Una vez más, la prensa oficialista cubana deja en evidencia su descarada doble moral al atacar procesos democráticos en la región que no favorecen a sus aliados ideológicos, mientras silencia o legitima abiertamente fraudes electorales cometidos por regímenes afines. El reciente caso de las elecciones en Ecuador y la farsa electoral en Venezuela lo confirma con claridad.
El medio estatal Cubadebate, fiel portavoz del régimen cubano, publicó una serie de artículos que cuestionan sin pruebas la legitimidad de las elecciones ecuatorianas, en las que el presidente Daniel Noboa obtuvo una victoria contundente con más del 56% de los votos frente a la candidata correísta Luisa González. Las acusaciones difundidas provienen de un colectivo marginal autodenominado “CELAC Social”, que repite argumentos desacreditados como supuestos cambios en centros de votación y la ausencia de veeduría internacional, sin presentar evidencia concreta.
Paradójicamente, mientras siembran dudas sobre un proceso con participación ciudadana masiva, observación independiente y resultados claros, los medios cubanos aplauden sin cuestionamientos el grotesco megafraude electoral perpetrado en Venezuela, donde el régimen de Nicolás Maduro ignoró los resultados verificables que daban la victoria al opositor Edmundo González, apoyado por María Corina Machado, con una diferencia aplastante superior a 40 puntos.
Lejos de denunciar los atropellos cometidos por el chavismo—que incluyeron arrestos arbitrarios de líderes opositores, censura a la prensa, y manipulación abierta del sistema electoral—la prensa estatal cubana celebró lo ocurrido como una “victoria del pueblo venezolano”, en una muestra más de servilismo ideológico.
Esta actitud no es nueva. Durante años, los medios controlados por el Partido Comunista de Cuba han fungido como caja de resonancia de las dictaduras de la región: defendieron a Daniel Ortega mientras reprimía con balas a manifestantes en Nicaragua, legitimaron la represión en Venezuela durante las protestas de 2017 y 2019, y ahora vuelven a atacar cualquier proceso democrático donde el socialismo es derrotado en las urnas.
El caso de Ecuador es elocuente. El pueblo votó libremente en contra del modelo socialista, cansado de la miseria, la persecución y el autoritarismo que ese sistema arrastra. Sin embargo, para la prensa cubana, ese ejercicio de soberanía es “fraudulento”. En cambio, en Venezuela, donde el fraude es descarado y documentado, solo hay silencio… o aplausos.
Este doble rasero informativo no es fruto de negligencia periodística, sino de una estrategia de propaganda deliberada. La prensa oficial cubana no informa: adoctrina. Su misión no es defender la verdad, sino proteger a los aliados del castrismo en América Latina, aunque eso signifique deformar la realidad o justificar lo injustificable.
Mientras los pueblos de la región luchan por sacudirse el yugo del socialismo autoritario, en Cuba se sigue premiando la mentira. Porque para el régimen y su aparato mediático, la verdad es irrelevante. Lo único que importa es conservar el poder. Aunque sea a costa de la libertad de los demás.