En un nuevo giro dentro de la compleja relación entre Washington y Caracas, Estados Unidos ha reanudado los vuelos de deportación hacia Venezuela, tras un acuerdo con el régimen de Nicolás Maduro que pone fin a una suspensión vigente desde principios de marzo. Así lo informó el diario El País, citando fuentes oficiales de ambos gobiernos.
El primer vuelo de repatriación, con 199 migrantes venezolanos deportados, aterrizó el lunes en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de La Guaira, procedente de Honduras, donde los pasajeros fueron previamente transferidos entre aeronaves. La operación, coordinada con autoridades hondureñas y realizada desde la base militar de Palmerola, fue calificada por Tegucigalpa como una acción “humanitaria”.
El Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. confirmó la cifra y declaró en la red X: “Estas personas carecían de base legal para permanecer en Estados Unidos”. Además, anticipó que este será solo el primero de muchos vuelos programados con destino a Venezuela.
La reanudación de las deportaciones se produce luego de semanas de tensiones entre ambos países, provocadas por la decisión de Washington de retirar la licencia a la petrolera Chevron para exportar crudo venezolano. Maduro había respondido con la suspensión de los vuelos de repatriación, una medida que llevó a la Administración Trump a amenazar con nuevas sanciones al país sudamericano.
El contexto del acuerdo también se ve marcado por el escándalo que generó la reciente deportación de 238 venezolanos a El Salvador, acusados sin pruebas claras de pertenecer al grupo criminal Tren de Aragua, catalogado por EE.UU. como organización terrorista. Muchos de los deportados fueron grabados al llegar a una prisión de máxima seguridad, rapados y escoltados por militares, en imágenes que despertaron indignación internacional.
El régimen venezolano aprovechó el episodio para emitir un mensaje político. Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional chavista, declaró: “Migrar no es un delito y no descansaremos hasta rescatar a nuestros hermanos secuestrados en El Salvador”.
Mientras tanto, el canciller venezolano, Yván Gil, presentó la repatriación como parte del plan oficialista “Vuelta a la Patria”, describiendo a los migrantes como “liberados y rescatados”. Sin embargo, esta narrativa contrasta con la realidad de miles de venezolanos que huyen cada año de la profunda crisis económica, política y social que atraviesa el país, impulsada por la represión sistemática, la falta de libertades y la miseria generada por el propio régimen.
Con este nuevo acuerdo, Washington parece priorizar el control migratorio sobre las tensiones diplomáticas, mientras que el chavismo intenta capitalizar políticamente el retorno de sus ciudadanos en un contexto de creciente aislamiento internacional. Todo esto ocurre en medio de un panorama regional donde la migración forzada de venezolanos sigue marcando récords y evidenciando el fracaso estructural de un modelo autoritario en ruinas.