Eduardo Núñez González, un ciudadano cubano que ha vivido más de diez años en Estados Unidos, fue detenido de forma sorpresiva el pasado 20 de marzo en la ciudad de Miami, justo cuando salía a depositar la basura fuera de su casa. Su arresto fue ejecutado por agentes identificados con las siglas del FBI, quienes posteriormente confirmaron que se trataba de una orden de inmigración, sin brindar más detalles.
Su esposa, Vilma, quien es ciudadana estadounidense gracias a la Ley de Ajuste Cubano, denunció que la detención fue abrupta y que aún desconocen los motivos concretos del arresto. “Él no tiene ningún delito ni en Cuba ni aquí, lo único que ha tenido son violaciones de tráfico, como cualquier otro ciudadano”, declaró en entrevista a medios locales.
Una cámara de seguridad doméstica captó el momento en que Eduardo fue interceptado por los agentes frente a su vivienda. Minutos después, los federales tocaron la puerta de su casa para notificar a Vilma que su esposo estaba detenido y que debía contactar un abogado, pero se negaron a explicar la causa.
Ambos llegaron a Estados Unidos desde España, donde residieron antes de emigrar al país norteamericano. Mientras Vilma logró obtener la ciudadanía, Eduardo ha enfrentado años de trabas burocráticas: expedientes perdidos, entrevistas inconclusas y largas demoras. Según su esposa, en 2024 las autoridades le solicitaron documentos actualizados, incluyendo un ticket de tráfico de 2017, como parte del proceso.
Cinco días después de su arresto, Eduardo fue trasladado al centro de detención de Broward, tras pasar por el centro Krome, denunciado por su sobrepoblación y condiciones inhumanas. La abogada Katie Blankenship, experta en inmigración, alertó que cada vez más personas son detenidas “por violaciones mínimas de tráfico o incluso sin haber tenido contacto con un agente”.
Vilma, visiblemente afectada, ha comenzado una campaña de recolección de firmas y ya suma más de 400 apoyos. “Estoy alarmada, no solo por mi esposo, sino porque allí hay personas enfermas, durmiendo en el suelo, sin baño, en condiciones infrahumanas”, afirmó.
Este caso pone en evidencia una preocupante tendencia en la política migratoria estadounidense, donde muchos inmigrantes —especialmente cubanos— enfrentan procedimientos arbitrarios y un sistema legal desigual. Mientras Vilma clama por justicia, teme que su esposo sea deportado a un país del cual huyeron hace más de una década, en busca de libertad y dignidad.