La crisis de drogas en Cuba da un nuevo giro alarmante con la llegada a Sancti Spíritus de una versión extremadamente peligrosa del conocido “químico”, un cannabinoide sintético alterado con sustancias letales como fentanilo, formol y fenobarbital, según confirmó la prensa oficial en declaraciones de la Policía provincial recogidas por el diario Escambray.
El foco de distribución sigue siendo el barrio marginal de Kilo 12, señalado por las autoridades como epicentro de venta y consumo. Lo que ha cambiado es la composición: el químico ahora incluye desde benzodiacepinas hasta anestésicos veterinarios. Leidy Aragón, capitana del Ministerio del Interior y especialista en Toxicología, advirtió que la nueva mezcla puede ser “hasta 100 veces más potente que la marihuana”, provocando taquicardias, hipertensión y conductas extremas, como agresividad y desinhibición pública.
La venta se realiza en pequeños “papelitos” impregnados de la sustancia por un precio de entre 200 y 300 pesos cubanos. Aunque parezca poco, supera los precios de la capital. El acceso se facilita por traficantes interprovinciales que la trasladan desde La Habana en bolsos camuflados entre bisutería o especias.
Un operativo policial dirigido por el mayor Rolando Alonso desde finales de 2023 permitió desarticular una parte de esta red con la captura de varios traficantes y una mujer encargada de transportar 405 envoltorios del estupefaciente. En paralelo, la Policía asegura tener en marcha “escuchas de esquina”, vigilancia en pymes y operativos nocturnos en bares y discotecas.
El Ministerio del Interior afirma que los lotes incautados son “incinerados bajo custodia y grabación oficial”, aunque la eficacia del control estatal queda en entredicho por el avance de esta droga en una provincia empobrecida y envejecida.
Testimonios de exadictos, como “Ismael” y “Kenia”, retratan un panorama de ruina personal y social. Ismael sobrevivió a una sobredosis en plena vía pública, mientras que Kenia cumple una condena de siete años tras perderlo todo. Ambos coincidieron en que el apagón eléctrico facilitaba las transacciones y el consumo clandestino.
Aunque las autoridades insisten en que “el fenómeno está bajo control”, el teniente coronel Iván Ruiz admitió que el tráfico se ha visto impulsado por la migración juvenil, las redes sociales y el contacto con entornos donde el consumo está normalizado. Las pymes privadas se han convertido en un nuevo canal de distribución, y la vigilancia estatal se intensifica en medio de una emergencia silenciosa que refleja el deterioro profundo de la sociedad cubana.
La presencia de fentanilo y otras sustancias letales en el químico cubano marca una nueva etapa en la crisis de salud pública de la isla, donde las carencias, la represión y la falta de futuro empujan a los más vulnerables a caminos sin retorno.